Rolf Schmidt- Holz, el gran jefe de Sony Music, ha reconocido que ha empezado a hablar seriamente con Guy Hands, propietario de Terra Firma, para adquirir el sello EMI por un montante que se acerca a los 1.500 millones de euros.
Es decir, 1.200 millones de euros menos, que fue lo que pago la sociedad conspiradora en bolsa para obtener hacer unos años el catálogo de los Beatles, Pink Floyd y Queen. Sony ya compró hace un par de años a BMG Bertelsman por un poco menos, unos 1.000 millones de euros.
Es el gigante japonés el que ha mostrado una voracidad discográfica increible desde que en 1988, decidió comprar la Columbia Records -más conocida por CBS- por un poco más 500 millones de dólares, sólo como conveniencia para multiplicar su negocio de ventas de CDs, que lo acababan de desarrollar comercialmente, junto con Philips.
Ese 1988, desde la compra de Sony, la industria discográfica ha caido en picado, porque al desaparecer el vinilo, Sony desarrollaría toda la batería de recurcos tecnológicos con los que el consumidor podría más facilmente acceder a la música gratis, a los contenidos.
Parece que las negociaciones van a terminar felizmente, dado que el especulador Guy Hands y su Terra Firma están ahogados por una deuda de 600 millones de euros con Citibank, el banco de las Visas, que fue quien les prestó el dinero para comprar EMI, en la más estúpida compra financiera, según adelantó la City de Londres, amén de su increíble estrategia posterior que acabó con los balances artísticos del sello.
De esta forma, el gigante japonés, el Godzilla, como se le llama en la altas finanzas, practicamente se habría convertido en el gigante más enorme de la industria de la música, tan sólo seguido por una Universal, que perdería el liderato y una renqueante Warner, que al final, tendría que ser comprada por Universal.
El mundo de la música se quedaría en manos de Sony y Universal, sólo dos compañías, tal como pronosticaron analistas económicos. Como en el caso de Live Nation y otros monopolios, el capitalismo feroz ya sólo admite monopolios o binomios aguerridos. Espantoso. Aunque siempre quedarán la guerra de guerrillas, las tricheras de la imaginación y los franco tiradores de la música. Con esos no acabarán nunca.
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